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lunes, 30 de junio de 2014

El misterio del Sr K y la señorita M (primera parte)

Perdón por tener tan descuidado este blog pero a veces cuando no hay inspiración ni buscandola por debajo de las piedras la encuentra uno, en fin tratare de ponerme más al corriente y buscar la inspiración en esas tardes lluviosas, que a veces suelen pasar.

El misterio del Sr K y la señorita M

Al fin había encontrado mi trabajo ideal, la paga seria lo suficiente para así independizarme de mis padres, mis anteriores trabajos me daban una paga mediocre que no me alcanza para mucho, por eso en cuando vi el anuncio en el periódico no pude evitar sentirme como Felipe Montero, era como si casi, casi la persona que lo escribió estuviera pensando en mi  “Se solicita corrector de estilo, sin experiencia, con ganas de trabajar, buen sueldo, favor de presentarse en …” Decidí seguir el ejemplo de Felipe y dejar ir la oportunidad si mañana estaba de nueva cuenta publicado en el periódico lo tomaría. Y así fue, el anuncio seguía publicado así que no lo dude más y fui a la dirección que venía en el anuncio.


Era un pequeño edifico ubicado en una zona de locales y bodegas, algunas en desuso, no tenía un logotipo ni finta de ser alguna editorial o algo parecido, pero bueno ya estaba allí y no iba desperdiciar los 50 pesos que me había gastado en taxi. 

Me acerque y apreté el botón del interfon, no recibí respuesta alguna, volví apretar el botón, un sonido extraño salió de la bocina y enseguida una voz femenina hablo “¿Si diga?” apreté el botón y dije “Buenas tardes vengo por lo del anuncio” se volvió a escuchar el sonido extraño “No escuche lo que dijiste, tienes que mantener el botón apretado cuando hablas” respondió la voz, me sentí muy apenada, no puede ser que a mis veintitantos años no sepa usar un interfon, volví apretar el botón pero esta vez no lo solté y repetí “Buenas tardes vengo por lo del anuncio” un prolongado silencio vino después, yo esperaba que la voz detrás del interfon me dijera que el puesto ya había sido ocupado o algo así, de nuevo el extraño sonido se escucho “pase suba las escaleras hasta el segundo piso a la izquierda esta una pequeña sala” dijo la voz, me quede esperando un momentos más por si daba otra indicación pero no la hubo, la puerta hizo un sonido raro y la empuje para entrar.

El edificio olía a humedad, solo lo alumbraba una lámpara incandescente que hacia ruidos raros y amenazaba con apagarse, en la planta baja había dos puertas que permanecían cerradas, una planta vieja a un lado de las escaleras, subí cautelosamente, hasta el segundo piso, del lado derecho había una puerta que permanecía cerrada del lado izquierdo estaba la pequeña sala, un sillón viejo, una mesa con un montón de revistas viejas, al fondo un escritorio y a lado de este una puerta de madera, Tome asiento en el viejo sillón el cual rechino horrores, puse mi mariconera sobre mis piernas y mire cada rincón del lugar me llamo mucho la atención el único cuadro presente en la sala, una cucaracha recostada en un diván que excentricismo pensé, pero bueno cada quien sus gustos.

La puerta de madera se abrió y salió una mujer delgada, vestía un apretado traje color gris, que resaltaba su buena figura, su cabello color caoba estaba suelto su tez blanca hacia que resaltara el rojo de sus labios y los lentes la hacían parecer una intelectualoide pero examinándola bien era muy joven, incluso más joven que yo, ¿Por qué alguien tan joven vestiría de esa manera?

La mujer se me quedo viendo y después tomo asiento, detrás de su escritorio
“¿Así que tu vienes por el empleo del anuncio?”, dijo mientras me miraba de pies a cabeza “si”, respondí “¿Me imagino que debes traer tu curriculum?””¡Oh! por supuesto” le respondí y saque de mi mariconera la carpeta con mis documentos. Fui hasta donde estaba ella y puse la carpeta sobre el escritorio, ellas los tomo y los examino determinadamente.

Tras unos minutos de silencio, dejo los papeles sobre el escritorio y dijo “la cosa esta así, nosotros somos una pequeña editorial que abrirá sus puertas muy pronto, nuestra especialidad será la de publicar libros de superación personal, nada del otro mundo, tenemos algunos autores de los cuales publicaremos sus obras, estos autores no son conocidos por eso necesitamos un corrector de estilo que sepa estructurar el borrador para así poderlo publicar y ganarnos poco a poco una buena reputación. Por lo que veo en tu curriculum no tienes mucho de haber salido de la universidad, pero tienes buenas notas y tu desempeño como corrector de estilo es muy bueno, no creas que por ser neófita te pagaremos poco, tu paga será la misma del anuncio, así que tu dime ¿te interesa el trabajo?

Que si me interesa el trabajo-, pensé “por supuesto”-, respondí “entonces señorita V, está contratada”-, dijo la joven extendiéndome la mano, yo respondí rápidamente “Empieza mañana mismo, a las 8 Am, se dirige conmigo y yo la llevare a su lugar de trabajo, sólo una cosa que es de suma importancia” “¿Qué cosa”-, pregunte “Por nada del mundo puede entrar a la oficina que se encuentra al lado de mi escritorio, no importa si es de suma importancia mientras no esté yo nadie puede entrar,   el Sr K es muy especial” ¿Sr K?” pregunte “Si  el Sr K es el dueño de esta editorial, pero es muy especial no le gusta socializar con sus empleados a excepción mía, su única regla para que siga trabajando aquí es nunca entrar en su oficina, ¿Entendido?” “Entendido, jamás entrar a esa oficina”

Salí del edificio, muy emocionada por mi nuevo trabajo, la paga era excelente, si todo marchaba bien dentro de unos cuantos meses me mudaría a mi propio departamento, no le di  demasiada importancia a la condición de no entrar en esa oficina, el trabajo era mío y eso era más que suficiente.

continuara como todas las cosas buenas continuan en la vida...


domingo, 9 de marzo de 2014

Se busca


Una historia que escribi para otro blog hace algunos ayeres

Siempre quise ser maestra, fue el sueño de toda mi vida, recuerdo que de pequeña jugaba a la escuelita, mi cama eran los pupitres y todos mis peluches mis alumnos, la puerta era el pizarrón, me pasaba horas enseñándole tantas cosas a mis peluches al final de “la clase” uno de mis peludos alumnos terminaba dándome una manzana de goma y diciéndome “eres la mejor maestra”, era feliz, porque sabía que algún día un niño de verdad me lo diría. 

Admito que influyo mucho el hecho de que mis padres fueran maestros en mi pasión por la docencia, adoraba escuchar a papá hablar acerca de sus alumnos que menganito es un genio que si sigue así pondrá poner el nombre de México en alto, que es una pena que Susanito no le eche ganas a la escuela que tiene mucho potencial, que los libros de este año no tienen todo el conocimiento necesario para los niños, etcétera. Veía a mamá desvelarse noche tras noche calificando exámenes leyendo reportes, planificando su clase, me sentía muy orgullosa de ambos. Así que cuando me gradué como maestra, quería seguir el mismo ejemplo de ellos, ponerle todo el empeño para que algún día mis ex alumnos al escuchar mi nombre dijeran llenos de orgullo “Ella fue mi maestra y fue la mejor” 

Había recibido la plaza en un pueblo llamado “La solitaria”, mi papá me había dicho que para ser un buen maestro se tenía que sufrir, y eso consistía en alejarse de los seres queridos, en eso estaba de acuerdo con él, fue triste la despedida pero prometí llamarle cada vez que necesitara de su ayuda. 

Adaptarme en la “Solitaria” fue fácil todos me trataban con cariño y respeto, sobre todo los niños del salón de clases en el cual impartía por primera vez, sentía que yo podía cambiar el destino de los niños hacerlos hombres y mujeres de bien, demasiada ingenua pero ¿Qué profesor no quiere cambiar el destino de su alumno? Mi papá siempre me decía, lo bien que se sentía ver a un ex alumno triunfar, saber que uno formo parte de su desarrollo académico, yo quería sentirme igual que él, alimentar mi ego como docente. 

Me sentía feliz, reafirmaba que yo había nacido para enseñar y que nada podía cambiar mi opinión, pero cuando llego él me hizo dudar.
Marquito era el típico niño problema, nunca acataba las ordenes del profesor siempre buscaba el menor motivo para molestar a sus compañeros, y siempre terminaba retándome, lo habían corrido de su anterior escuela por haber tirado a la profesora de las escaleras, todo había quedado en un “accidente” debido a que Marquito era el mismísimo hijo del presidente municipal, el día que llego al salón de clases de una manera muy altanera me dijo: 
- Maestra de una vez le digo que en cualquier escuela a la que yo vaya siempre se hace lo que a mí me dé la gana.
Fue ahí cuando empezó mi tortura. 

Marquito siempre llegaba tarde a clases nunca hacia la tarea se la pasaba molestando a sus compañeros a Lupita le pegaba chicles en el cabello, en el recreo siempre le quitaba el lonche a Alex, a Daniel le robaba sus lentes, las veces que intentaba imponer mi autoridad hacia el siempre terminaba siendo reprimida por el director 

- Lo mejor será que deje pasar, las travesuras de Marco, maestra 
- ¿Pero porque señor director? Marco es un niño extremadamente travieso, alguien tiene que ponerle un alto, si así es de niño imagínese cuando crezca. 
- Maestra créame que a mí me encantaría castigar duramente a Marco, pero como comprenderá es el hijo del presidente municipal, eso lo hace intocable, imagínese si lo corremos de la escuela, el presidente le quitaría toda la ayuda a la escuela, lo mejor será que lo siga soportando, el ciclo escolar pasa muy rápido. 
- ¿pretende que pase a Marco de grado? 
- Por supuesto maestra no quiero tener ninguna clase de problema con el presidente municipal. 
No pude hacer nada más que acatar las órdenes del director. 

Los meses pasaron, tuve que aguantar todas las travesuras de Marquito, los abusos hacia sus compañeros, sus humillaciones hacia mí, todo. Y cuando pensaba que nada podía empeorar, pues sucedió. Las travesuras de Marquito fueron subiendo de nivel, las cuales siempre eran aplaudidas por su sequito de amigos Glonilda, y Arti. 

Empezó a romper el inmobiliario del salón cuando se lo reprochaba siempre me contestaba “A usted que le importa pinche vieja, mi papá lo paga ¿no?” Un día desapareció Tonch, un conejito blanco que era la mascota del salón, a los pocos días apareció colgado dentro del salón 
- ¡Maestra, Maestra! Yo lo vi, él fue quien mato a Tonch-, entro llorando Lupita 
- ¿Fue Marquito verdad?-, pregunte 
- Pues quien más, maestra Marquito es el diablo en persona, usted sabe que yo nunca le deseo el mal a nadie, pero esta vez quiero que le pase algo muy malo a Marquito 
- No digas eso Lupita, yo voy arreglar esto no te preocupes-, le dije para después abrazarla. 
Esa misma tarde hable con Marquito 
- ¿Por qué mataste al conejo? 
- Porque si 
- El conejito era tan solo un indefenso animalito que a nadie le hacía mal, al contrario traía felicidad a la clase 
- Pues a mí me caía gordo, siempre se me quedaba viendo con esos ojos rojos 
- No te das cuenta que si te sigues portando igual de mal dios te va a castigar 
- Dios no existe maestra, no se da cuenta que es solo una invención para aplacar a la gente 
- Eso no es cierto Marquito 
- Si es cierto maestra mi papa siempre lo dice y deje de estar chingandome 

A la siguiente semana encontraron ahogado en el aljibe de la escuela al gato de Doña Chepis, la dueña de la estancia donde me quedaba, había sido Marquito y sus amigos, después de eso encerraron en la bodega de educación física durante una noche completa a Benjamín, había robado el reloj del director y se lo había puesto en la mochila a Oliver, lo suspendieron por una semana, a pesar de saber que él no había sido el culpable si no Marquito. 

Era una tarde calurosa, me había quedado sola en la escuela revisando exámenes, todo era silencioso y calmado, hasta que empecé a escuchar unos gritos y risas provenientes del patio, de inmediato pude reconocer la voz de Marco, aunque no estaba tan segura de quien podría ser el que gritaba, baje hasta el patio, en efecto era Marquito que se encontraba cerca al aljibe, con el estaba Lupita que gritaba y lloraba desesperadamente, el intentaba tirarla al aljibe. 

Corrí hasta ellos tome a Lupita de un brazo y la aparte de él, después le di una fuerte cachetada a Marquito 
- ¿Estás bien Lupita, te hizo daño? 
- Me dijo que si no venía con él iba ahogar a mi perrito como lo hizo con el gatito de Doña Chepis, cuando llegue, dijo que ya lo había ahogado, me acerque y me agarro del pelo y quería aventarme-, dijo llorando 
- ¡No seas pinche mentirosa Lupe! Era un juego para que se te quitara lo pinche chismosa 
- ¡No es cierto!, tú me dijiste que me ibas a matar, por chismosa 
- Lupita vete a tu casa yo me encargo de Marquito 

Lupita corrió hacia la salida y me quede sola con Marco que se frotaba la mejilla por la cachetada 
- Has llegado al límite, no me importa si el director no está de acuerdo conmigo pero a mi clase ya no entras y olvídate de pasar de año 
- Usted cree que me da miedo eso vieja pinche, usted es la que debe tenerme miedo le voy a decir a mi papá que me golpeo y que quiso abusar de mi, y de mi cuenta corre que la quiten como maestra y la metan a la cárcel para siempre, y cuando usted este en la cárcel voy a ahogar a Lupita y nadie me va hacer nada. 

Al escuchar a Marco decir eso, un odio se apodero de mí, lo tome del brazo fuertemente lo jale hasta el aljibe y lo avente con todas mis fuerzas, sin darle tiempo de que pudiera salir cerré el aljibe con la tapa de cemento, me senté sobre la tapa, mientras escuchaba los gritos de auxilio de Marquito 
- ¡Maestra sáqueme de aquí le prometo que voy a ser niño bueno, sáqueme! 
Intento aventar la tapa pero le fue imposible debido al peso de esta y al mío. Finalmente Marquito dejo de gritar, me levante del suelo no quise quitar la tapa para comprobar que se había ahogado. 
Me dirigí al salón seguí revisando exámenes, como si nada hubiera pasado. 

Hoy me encuentro con Lupita pegando carteles en la calle, para “encontrar” a Marquito, las dos sabemos lo que realmente paso, pero lo callamos, se que algún día lo encontraran, tarde o temprano abrirán el aljibe y lo encontraran flotando en el agua, sabrán que fui yo y me meterán en la cárcel, pero mientras tanto me encuentro aquí pegando carteles por toda “La solitaria”, esperando que alguien “encuentre a Marquito”