La
silueta desnuda de Sofía se reflejaba sobre una de las cuatro paredes del
cuarto de Hotel, cuando el despertó fue lo primero que vio, tomo los lentes de
la mesita que se encontraba junto a la cama, una espalda desnuda que solo
estaba cubierta por una larga cabellera castaña hasta la cintura, la parte de
abajo la cubría con una sabana muy al estilo romano, Augusto aun no lo entendía
muy bien, pero los recuerdos empezaron a llegarle simultáneamente.
La
noche anterior alguien tocaba desesperadamente la puerta de su habitación,
Augusto la abrió con desconcierto y allí estaba ella, él la miro con curiosidad
y no pudo evitar preguntar ¿Quién eres tú? Ella con toda la confianza del mundo
respondió -Hola me llamo Sofía, y soy el amor de tu vida-. Enseguida se abalanzo sobre él y comenzó a besarlo apasionadamente, Augusto no volvió a preguntar más
sobre ella y se dejo llevar por la pasión que ella le transmitía.
Sofía
sintió la mirada penetrante de Augusto y volteo a verlo, era más hermosa de lo
que el recordaba la noche anterior, su pálida piel contrastaba con la tenue luz
que alumbraba la habitación, sus ojos tenían un brillo intenso, y su sonrisa
era tan cálida, empezó a sentirse tan familiarizado con ella.
Dejo
de cepillarse el cabello con sus dedos y se poso frente a él, su cuerpo
era escultural y casi perfecto, él miro
determinadamente sus senos que le recordaron a los de su madre, unos senos
redondos y perfectos y que aún
conservaban esa gravedad que las mujeres a cierta edad comienzan a perder, los
recuerdos de pequeño de ver a su madre bañarse
volvieron a su mente, cuando la malicia no existía en su ser y podía ver
unos senos tan hermosos sin excitarse, le gustaba tocar la punta del pezón y
ver como la piel de su madre se ponía chinita, hizo un movimiento en el aire
como si volviera a tocarlo, y el lunar que se encontraba bajo el pezón
izquierdo de Sofía definitivamente era idéntico al de su madre.
Sofía
rio mientras él hacia movimientos en el aire, tocando a una mujer imaginaria,
ella tomo de un extremo la sabana que cubría la parte de abajo de su casi
desnudo cuerpo y lo jalo dejando al descubierto su pelvis desnudo y rasurado,
Augusto dejo de tocar a la mujer imaginaria fijo la mirada en ella, la perfección
del pelvis desnudo y sin vello púbico, le hizo recordar de nueva cuenta su niñez, cuando él y su hermana se miraban desnudos durante
horas preguntándose para que servía cada parte del cuerpo, ella tocaba con la
punta de su dedo el pequeño pene de su hermano, y el tocaba el pelvis de ella, Sofia jalo la sabana que cubría la desnudez de Augusto dejando a la intemperie el flácido pene de él, se monto sobre él
dejando cercas su pelvis del pene y con la punta de su dedo lo toco con delicadeza.
-
Con eso hago pipi-, respondió Augusto como si fuera un niño de cinco años
-
Yo también hago pipi pero no tengo eso-, respondió sofia siguiéndole el juego
-
escuche en algún lado que también servía para otra cosa
-
Creo que ya se para que sirve-, respondió Sofia y se lo llevo a la boca
Esa
conversación ya la había tenido con alguien mas pero ¿Con quién? Mientras ella
seguía en lo suyo, el buscaba en sus recuerdos una conversación muy similar,
hasta que la encontró, una tarde su hermana y él se encontraban solos en su
casa, desnudos, se miraban mutuamente sin pena ni malicia se tocaban con
curiosidad y se hicieron esa misma conversación a excepción del final de la
primera.
Cuando
Sofia termino, se acerco para besarle la frente su cabello cubrió el rostro de
Augusto y pudo oler ese olor a Jazmin tan familiar, que no provenía de la noche
anterior si no de años atrás. Su abuela solía entrelazar jazmines entre su
cabello y por las noches antes de dormir iba a su recamara le daba un beso y
cubría su rostro con su cabello impregnándole el aroma a jazmín. Augusto miro
los ojos de Sofia un verde claro como el color del rio donde nadaba con su
prima y sus labios tan carnosos y sensuales como los de su Tía Clemencia, y fue
ahí donde entendió todo.
Sofia
era la suma de todo lo que había amado en las mujeres que estuvieron a su lado
en la niñez, comprendió que ella era su madre, su hermana, su abuela, su prima
y su tia.
Pero
entonces ¿Qué acababa de cometer? ¿ incesto?
Al ver la cara de desconcierto de Augusto, lo tomo tiernamente del rostro acerco su rostro al de él y dijo:
- Ahora lo entiendes debemos estar juntos siempre tu y yo
y comenzó a besar su rostro justo como lo hacían ellas.
Es tan tierno y raro a la vez jeje querida prima dejame decirte que has madurado mucho en tus escritos, estoy tan orgullosa de ti, ultimamente escribes muy bonito y hasta de forma elegante.
ResponderEliminarNo me recuerda en nada a lo que escribias hace tiempo.