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sábado, 19 de octubre de 2013

Hasta la muerte (segunda parte)

Porque me tarde un año en escribir la segunda parte


Tras un largo viaje en camión, María por fin había llegado a su destino, el  pequeño pueblo que la vio nacer y donde paso la mayor parte de su infancia, la hacienda  "Las milpas" era tal y como la recordaba con la misma fachada color naranja, los rosales que tanto le gustaba olfatear por las noches, el pasillo por donde solía correr todas las mañanas para salir a jugar y sobre todo el inmenso jardín que tanto amaba. Perdida en sus pensamientos no pudo percatarse de que atrás de ella se encontraba alguien.

 - Señorita María-, dijo una voz masculina.
María dio un salto de susto y volteo enseguida
- Fulgencio me asustaste, no sentí tu presencia.
- Dispénseme señorita no fue mi intención asustarla-, exclamo el hombre que la miraba fijamente

María se sorprendió al ver a Fulgencio, era el mismo hombre que había conocido de pequeña, su complexión delgada, alto,a pesar de ser moreno se le notaba una extrema palidez, su cabello negro como la noche su abundante bigote, y sin una sola arruga o cana, era como si el tiempo no hubiera pasado en él, lo único que envejecía era su ropa, camisa de rayas azules, pantalones de mezclilla algo rotos y unas botas color caqui deterioradas, su mirada había perdido el brillo que alguna vez tuvo.
- Su padre me dijo que vendría pero sinceramente no le creí, tenía que venir a cerciorarme de ello, por mi mismo-, dijo.
- ¿Mi padre?-, pregunto María algo desconcertada.
- La señora Austece quise decir-, corrigió Fulgencio
- Ah-, exclamo María, -¿Cómo que tenias que venir para cerciorarte, acaso ya no trabajas más en la hacienda?
- No señorita ya tengo algunos años de no trabajar pero de vez en vez vengo a ver como están las cosas.
-  Pero ¿Por qué renunciaste Fulgencio, eras la mano derecha de mi padre, el tenia toda su confianza puesta en ti?
- Aún lo soy señorita, aún lo soy-, exclamo él.
Al final del pasillo se encontraba un niño observándola
- Fulgencio ¿quien es ese niño?-, pregunto apuntando hacia donde se encontraba el niño.
- Es el único nieto de Remigia, el pobrecito es mudo.
El niño al darse cuenta que María lo observaba corrió el interior de la hacienda desapareciendo de su vista.
- La Remigia no tarda en llegar, andaré muy seguido por aquí señorita, ordenes del patrón que me pidió cuidarla.
- ¿Mi padre? Pero si el ya tiene un año que murió Fulgencio.
- Lo sé señorita, lo se.

Un ruido atroz hizo que María saltara del susto, ella volteo hacia el pasillo, una maceta de las que colgaban habían caído.
- Sabía que tarde o temprano esa condenada maceta se caería, te dije Santos-, salió de una puerta Remigios mientras se limpiaba las manos con el delantal y regañaba al niño.
Volteo hacia la entrada y se dio cuenta que allí se encontraba María y, Fulgencio en la entrada.
- ¡Señorita María! ¿Por qué no aviso que hoy llegaba?-, grito la mujer.
María llego hasta la anciana y la abrazo con tanto cariño, después de unos segundos la soltó y dijo:
- Creí que Austece lo había hecho por eso no me moleste en llamar cuando llegue, aparte estaba platicando con-, en ese momento volteo y se dio cuenta que en la entrada sólo estaba su maleta.
- ¿Con quién señorita?
- Ya no está-, susurro –bueno no importa, ¿Y cómo andan las cosas por aquí?
- Bien señorita, todo sigue casi igual desde que se jue de aquí, pero no debemos quedarnos aquí de seguro el viaje la ha deber cansado re te arto ándele vamos a la cocina ahorita le preparo algo rico y sirve que descansa un poco ¡¡Santos!! Ve por las cosas de la señorita andile
El niño se le quedo viendo a Maria con una intensa mirada, y después se fue corriendo.
- Qué lindo es tu nieto Remigia , ¿Y Rosa?
Remigia bajo la mirada y se quedo en silencio durante unos segundos después exclamo:
Rosa se jue con un hombre pal otro lado
- Oh ya veo, y te dejó lo dejo encargado
- Si señorita pero algo me dice que esa condenada ya no va volver
¿Pero porque dices eso Remigia?
- ps no hemos sabido nada de ella en seis meses, ni una carta ni una llamada, nada de nada
- Tal vez no les llama porque esta trabajando muy duro, pero ya veras que no tardara en hacerlo
- Dios la oiga señorita, dios la oiga.

María quiso preguntar por ella, pero hubo algo en su interior que se lo impidío.
Después de comer algo y platicar un buen rato con Remigía, se retiro a la habitación que alguna vez le pertenecio  a sus padres, una nostalgia la invadio tantos recuerdos guardados en ese lugar, aún podía sentir la presencia de sus padres. El sueño la vendio y cayo rendida.

- Amigas hasta la muerte
- Hasta la muerte, hasta la muerte, hasta la muerte

María desperto exaltada y cubierta en sudor, Otra vez ese sueño, pensó. Busco en el closet de su madre si habia quedado algo de su ropa y en efecto toda estaba allí intacta tomo un vestido de flores y se lo puso, ya habia oscurecido sin embargo Remigia aún no prendia las luces de los pasillos, la ventana de la habitación tenía vista hacia el inmenso jardin de flores y mas allas se podían ver las milpas, era una vista hermosa, un frío viento abrió la ventana principal, María fue enseguida a cerrarla, pero cerca de la vieja fuente diviso algo, no podía creerlo, era ella.