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sábado, 4 de agosto de 2012

Kafka



 Cuando lo encontré parecía ser un gatito común y corriente, pequeño e indefenso escondido debajo de un coche, su color gris se tornaba oscuro debido a lo sucio que se encontraba, lo tome con cuidado él no se opuso y lo lleve a casa, lo alimente, lo cuide y le di todo el amor que se le puede dar a una mascota.

Lo llame Kafka en honor a uno de mis tantos autores favoritos Franz Kafka, a él pareció gustarle por qué no tardo en acostumbrarse al nombre. Kafka se convirtió en un gato mimado, la mayor parte del tiempo se la pasaba dormido y solo despertaba para comer y hacer sus necesidades fisiológicas, le gustaba recostarse en mi regazo cuando leía algún libro, siempre lo hacía en voz alta para que él pudiera escuchar, pero cuando dejo de ser un cachorro cambio drásticamente su forma de ser.

Kafka empezó a deambular sigilosamente por la casa, como si tratara de escuchar todas las conversaciones que se llevaban a cabo, dejo de ser el gatito cariñoso y mimado, repentinamente se intereso por mirar el televisor, al principio lo hacía disimuladamente pero después lo hacía con mas interés a veces llegaba de la escuela y encontraba el televisor encendido en el canal de las noticias, cuando Kafka se daba cuenta de mi presencia apagaba el televisor con su pata y se hacia el dormido, yo también me hacia la disimulada, y a nadie le llegue a contar sobre esas veces.

Dejo de recostarse en mi regazo, se desaparecía durante mis horas de lectura, cuando lo encontraba estaba de nuevo viendo el televisor, solo que veía programas educativos, como si quisiera aprender algo. Una tarde mientras veíamos televisión en familia, pregunte:
-          ¿Los gatos pueden aprender hablar?
Kafka que se encontraba “dormido” en uno de los sillones abrió los ojos, y comenzó a mover la cola, como si estuviera nervioso, fijo la vista en papá esperando a que respondiera mí pregunta. Papá me miro con desconcierto y soltó una carcajada
-          ¡Hay hija! ¿Cómo se te ocurren esas cosas? Por supuesto que los gatos no pueden aprender hablar, eso solo pasa en las caricaturas y en una que otra película de fantasía ¿De dónde sacaste eso?
-          Solo era una pregunta estúpida-, respondí y mire que el gato fijo la vista en mi y en su hociquito se esbozo una sonrisita sínica, cerró los ojos y dejo de mover la cola.

Empecé a cuestionarme sobre si no comenzaba a volverme loca, si no me estaba imaginando una historia sobre Kafka en mi cabeza, al final de cuentas era un gatito indefenso. Kafka me observaba fijamente desde el otro extremo de la habitación tan silencioso como cuando nos espiaba, era como si me estuviera analizando y pensando que en efecto me estaba volviendo loca, no sabía si yo lo vigilaba o él era el que me vigilaba.

 Cuando lo descubrí arrastrando un pequeño libro del estante, se me hizo gracioso al principio, pero cuando lo vi hacer lo mismo varias veces dejo de tener gracia. Los libros que arrastraba al principio eran de los del kínder de mi prima esos que enseñan las vocales, colores y todas esas cosas, pero después lo descubrí arrastrando los libros de la primaria, a nadie le parecía raro que el gato hiciera eso, a decir verdad nadie se daba cuenta lo que el gato hacia todos estaban tan sumergidos en sus pequeños mundos que lo menos que les importaba era el gato y su extraño comportamiento.

De repente comenzó a tomar mis cuadernos de la escuela, y a garabatear cosas sin sentido en ellos, nunca llegue a verlo pero sabía que era él quien dibujaba, días después esos garabatos tomaban más sentido y se convertían en letras mal hechas pero letras al fin de cuentas, quise decirles a mis padres sobre tal descubrimiento pero me tomarían por loca, termino por acabarse mis cuadernos tratando de escribir, y cuando al fin lo logro, comenzó a rondar la computadora, se escondía en la esquina de mi cuarto y observaba el proceso de encendido y apagado, días después mi papá me reprochaba el hecho de haber dejado encendida la computadora, Kafka me miraba con su sonrisita sínica, satisfecho de lograr que siempre terminaran culpándome a mí y no a él. Era un gato muy inteligente pues se encargaba de borrar el historial, para que yo no me diera cuenta de las páginas que visitaba.

Una mañana llegue de la escuela muy temprano debido a la suspensión de algunas clases, la casa estaba sola y muy silenciosa, lo más seguro es que mi mamá se encontrara haciendo las compras para la comida, papá trabajando y mi hermano en la universidad, pase por la sala sin hacer ningún ruido y ahí se encontraba Kafka, pero estaba leyendo, recostado sobre el sillón movía velozmente sus pupilas al igual que sus bigotitos y cuando terminaba le daba vuelta a la hoja con sus garritas, cuando se percato de mi presencia tiro el libro con su pata y volvió hacerse el dormido, de nueva cuenta sin hacer ni decir nada me fui a mi habitación y me encerré todo el día, que pasaría si le decía a mis padres que había encontrado al gato leyendo ni más ni menos que La metamorfosis, definitivamente no dudarían un segundo en mandarme al manicomio.

Esa noche no pude dormir pensando si el gato no trataba de darme un mensaje con el libro, como si quisiera decirme que le estaba pasando exactamente lo mismo que a Gregorio Samsa, pero en vez de convertirse en un gigantesco escarabajo,  el comenzara a comportarse como un  humano, o tal vez era yo quien me estaba convirtiendo en un gigantesco escarabajo y el tratara de ocultarme en mi habitación justo como lo hacían los padres de Gregorio, esa fue la primera noche que comencé a temerle a Kafka.

Los días siguientes intente alejarme del Kafka tener el menor contacto con él, pero cuando eso pasaba que desgraciadamente era muy a menudo me miraba sínicamente, como si tuviéramos una clase de  complicidad que ambos guardábamos un gran secreto que nadie más sabia, a veces sentía que se burlaba de mi, movía sus bigotes de un lado a otro  esbozaba su sonrisita sínica, tratando de darme a entender que él sabía que si  yo contaba su secreto nadie me creería que lo más probable era que terminaría encerrada en un manicomio de por vida, esa idea le agradaba bastante porque siempre movía los bigotes de un lado a otro cuando lo pensaba.
Las siguientes veces que lo encontré leyendo ya no se molestaba en fingir que dormía, apartaba su vista del libro por un momento para observarme movía los bigotes y volvía a fijar la vista en el libro. Comencé a sentirme en la obligación de llevarle más libros de la biblioteca de la escuela, y las veces que lo olvidaba, entraba en mi habitación y rasgaba mi ropa como una clase de advertencia.

Kafka ya no se conformaba con tan solo leer, escribir y usar la computadora, ahora también hablaba por teléfono, la primera vez que lo vi, se encontraba tan concentrada escuchando la conversación del otro lado del auricular, movía su hociquito como si estuviera discutiendo o algo por el estilo, cuando se percato de mi presencia colgó enseguida, me miro con recelo y se fue al despacho de papá, como si nada hubiera pasado.

En las semanas siguientes comenzaron a llegar paquetes extraños a mi nombre, sabía que no eran para mi si no para él, el me utilizaba solo para firmarle al mensajero y para dejarle el paquete sobre el sillón, nunca me atrevía abrir algún paquete aunque me estuviera muriendo de curiosidad, no sé si fue por temor a las represarías o porque comenzaba a convertirme en la mascota de mi propio gato.

Esta mañana mi padre me gritoneo por lo alto que había llegado la cuenta de la tarjeta de crédito, todo a mi nombre, Kafka me miro desde el sillón con su sonrisa sínica, quise decirle a mi padre que el gato había sido el que gastaba su tarjeta de crédito, pero me quede callada, ahora no sé cómo explicarle a mis padres que Kafka me controla.

2 comentarios:

  1. Hola!!, te escribo desde el blog literario

    La Biblioteca de la Morgue,

    un blog en el que podrás encontrar reseñas literarias, críticas de películas, concursos y muchas secciones más, ¿Te unes?. Yo te sigo desde ya. Espero que te guste mi espacio ^^

    ¡Nos leemos!

    Bisous

    La Biblioteca de la Morgue

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  2. Primero se me hacia gracioso pero entre mas leia por alguna extraña razon comenzo a darme miedo... Me quede con la duda de que contenian los paquetes.

    Espero sigas escribiendo mas sobre este gato porque ya me quede intrigada, te quedo genial querida prima :)

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